La inclusión que salva VIHdas
- Apodyopsis Revista
- 19 dic 2018
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Con motivo del Día Mundial de la Lucha contra el Sida, se ha organizado una campaña que pretende dar a conocer los estigmas que sufren las personas seropositivas. Una campaña que aún tiene muchos prejuicios que desarmar para hacer la vida de estas personas más fácil.
Hace 30 años que se instauró este día para dar visibilidad a la enfermedad, pero también para mostrar la solidaridad, porque la dureza del VIH no reside solo en su mortalidad o en la decadencia de la calidad de vida, sino en cómo la sociedad aparta a 37 millones de personas portadoras en todo el mundo y que no pueden llevar una vida corriente porque no se les permite participar en la vida social.
La dificultad de encontrar un empleo o de tener pareja muestra que el VIH no se ceba solo con el sistema inmunitario de la persona, sino con su sistema afectivo y de autoestima personal.
Actualmente, la detección del VIH es cada vez más precoz y los recursos posibilitan llevar una vida normal en los países desarrollados. Además, hay que añadir los avances que se están realizando en este campo y que en pocos años aumentarán la calidad de vida.
Sin embargo, lo que no avanza es la mentalidad. Casi un 40 % de europeos no se encuentra cómodo trabajando con una persona seropositiva, y un 50 cree que lo puede seguir transmitiendo a pesar de tener la enfermedad controlada.
El desconocimiento de la sociedad es la primera razón por la que una persona portadora no puede llevar una vida normal, por eso es necesario dar a conocer que un beso, dar la mano o abrazarse no transmite el virus, y que si la persona está tratada y controlada su transmisión es aún más difícil. A pesar de que se trata de una enfermedad que ha tenido un alto índice de mortalidad no afecta a las personas que se relacionan con ella y que su normalización es el único camino que falta para que sus condiciones de vida sean óptimas.
Los primeros portadores que consiguieron controlar la enfermedad lo hicieron a finales de los ochenta, hoy, treinta años después, pueden afirmar que no lo han vencido pero que pueden convivir con ello. El objetivo principal es evitar la muerte, relacionada directamente con el sida, pero sobre todo no dejar que vivan solos, lo que ha caracterizado aún más a los portadores de los años 70 y 80 y que debe cambiar hasta que se consiga erradicar la enfermedad. Mientras los avances médicos no consigan exterminar el virus, la propia sociedad debe hacerlo con los prejuicios, para que el progreso no se consiga solo en la medicina, sino también en las vidas de estas personas.
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